La voz oficial de la Casa Rosada
- elirrompibledigital
- 13 nov 2018
- 7 Min. de lectura

Por Iván A. Canerhoff
Para algunos un sueño por cumplir, para otros una asignatura pendiente, una profesión escondida, o para unos pocos simplemente sus trabajos diarios. Ser locutor es poder expresar con una palabra un consejo, dar ánimo a través de un micrófono, hacer llorar con una interpretación o sacar una carcajada con un acting, disfrutar vendiendo un producto, presentando algunos programas de televisión o identificando un medio. Sólo los que viven de esta profesión saben con certeza que sus voces son el puente entre sus almas y el mundo. Por eso, Miguel Ángel Villarruel eligió ser locutor.
Oriundo de la ciudad de Rosario, Miguel Ángel, alias “El Tata”, trabaja desde 1989 hasta la actualidad como locutor nacional, de manera ininterrumpida. El destino, ayudado por él, quiso que su tarea profesional derivara en la locución oficial de Casa de Gobierno, siendo elegido para ocupar este cargo tanto por la gestión kirchnerista, como la que actualmente gobierna nuestro país con Mauricio Macri como presidente de la Nación. Convencido que “profesionales somos por consecuencia, y humanos por esencia”, ejerce su profesión responsable y alegremente, con la certeza de que la pasión le imprime un toque distintivo al resultado final de un trabajo. Con una vasta experiencia profesional a nivel nacional e internacional, considera que es un privilegiado, teniendo en cuenta una frase que acuñaba el entrañable autor e intérprete Facundo Cabral: “Quien no ama su trabajo, aunque trabaje todo el día es un desocupado”.
¿Por qué elegiste la locución, y qué significa en tu vida? El porqué elegí la locución no fue muy consciente. Con ciertas dudas, pero con muchas expectativas de ser alguien a futuro, siempre me interesó lo artístico en principio. La veta surgió a partir de haber estudiado canto y teatro, donde mis profesores fueron detectando que mi timbre de voz podía dar para hacer locución. A los tres años de edad aproximadamente, el primer tema que canté fue “Puente Pexoa”, que escuchaba a menudo por la radio. Ya a los 14 o 15 años comencé a estudiar teatro vocacional, teniendo la posibilidad tiempo después de actuar como extra en televisión. De alguna manera pude encontrarme en un rol que no era para nada lo que yo preveía de mí. Tímido, extremadamente vergonzoso, el teatro me dio la posibilidad de poder ver espejado a través de la actuación a otro yo. No fue fácil superar esa barrera de timidez, he sentido la incomodidad de darme cuenta de mis limitaciones, y también sentí el placer de darme cuenta y conocer algunas virtudes que no conocía de mí. A los 26 años logré ingresar a COSAL, después de haber intentado en dos oportunidades anteriores en ISER y haber rebotado. En los primeros dos años de carrera aprobaba las materias, pero me costaba un esfuerzo significativo. Yo quería que mi voz realmente sea digna de una buena nota y hacerle honor al título. Nunca dejé de aportar autoexigencia ni de creer en mí, y eso me condujo a tener una superación muy importante. Era yo versus yo. Me apodan “El Tata”. Esto surgió en el tercer año de la carrera de Locución al haber obtenido el nivel de optimización necesario y superarme a mismo, cuando un compañero me dijo: “Miguel, existe el padre de la Psicología, el padre de la Filosofía, y con lo que hemos visto de vos, me parece que va a ser mucho decir que existe el padre de la Locución. Pero sí el Tata de la Locución”.
"El Tata", en plena prueba de voz, dentro de su estudio de grabación
¿Qué experiencias de trabajo tuviste en medios como la radio y la TV? Siempre apunté a ser locutor. La carrera de Locución tiene a su vez diferentes rubros, y cada uno se inclinaba preferencialmente por uno de ellos. Hice una campaña para el Club Atlético Vélez Sarsfield por Radio Municipal; actualmente hago también conducción y animación en el Trilenium Casino; he hecho informativos en Radio Splendid y Radio América; fui la voz del programa Tiempo Libre, de la revista Weekend, durante 15 años por Radio La Red; actué como extra en telenovelas y canté en televisión; hice los relatos de las luchas en Titanes en el Ring en el 2001; conduje las misas dominicales de Canal 9 y Canal 11 en TV. Cuando hago animación, no me gusta atarme a los papeles ni a los libretos, y trato de desarrollar mi capacidad de improvisación y ponerle humor a esa situación, aunque no sea humorista. El locutor con experiencia tiene que saber “sacar las papas del fuego”, y para esto se necesita saber improvisar y hablar con elegancia, naturalidad y coherencia. Y cuando te pones a pensar sobre esto, ya no estamos hablando de cómo se lee, se aportan tonalidades o se manejan las pausas. Todo esto quedó en el instituto. Es importante estar preparado para todo en primera instancia, y dispuesto después, y a mí me gusta ponerme a prueba y caminar por la cornisa.
Tu actual empleo es la locución oficial en Casa de Gobierno. ¿Cómo viviste el camino previo a este trabajo?
Yo soy persona de fe, y siempre digo que una mínima parte la aporté yo, y el resto Dios. Estoy convencido que la casualidad existe, pero que también la casualidad es el seudónimo que utiliza Dios cuando no quiere firmar sus obras. En el año 2004, estaba buscando trabajo, después de haber quedado desempleado de una radioemisora. En ese entonces, un amigo mío que era director de una oficina de Casa de Gobierno se comunica conmigo, y me invita a tomar un café a su lugar de trabajo. Esa mañana me puse traje, porque tenía en mente ese mismo día seguir buscando trabajo y dejar mi CV en distintos lugares. Al llegar a la oficina de él, una persona le informa que la locutora oficial no llegaba para presentar un acto, y me pregunta si me animaba a hacer ese trabajo. Yo venía de ser un anónimo, reclutado en una oficina de José León Suarez, trabajando tranquilo y sin público.
En ese momento el presidente Néstor Kirchner recibía a la Selección Olímpica Argentina en el Salón Blanco para despedirlos, ya que se iban a competir a Atenas. Y yo tuve que conducir esa ceremonia. Al terminar el acto, ya despidiéndome de todos y yéndome, me preguntan a qué hora podía regresar al día siguiente para trabajar de manera fija como locutor. Y desde aquel 19 de octubre de 2004 hasta el día de hoy, sigo disfrutando del trabajo de locutor oficial en la Casa de Gobierno. Estuve en el momento justo, con las personas justas, debidamente adecuado a las circunstancias con el traje puesto, y con la necesidad imperiosa de que alguien supiera esa carencia que tenía.
En el encuentro entre Obama y Macri en 2016, Miguel Ángel realizó la presentación
Y como comunicador, ¿ejerciste la docencia en la carrera de Locución? Sí. Tuve el honor y el privilegio de dar clases de locución durante 12 años, desde agosto de 1992 hasta el año 2004, en que tuve que renunciar y dedicarme de lleno a la locución oficial en Casa de Gobierno.
Dentro de la locución hay diferentes ramas, y en los últimos años dentro de esta carrera surgió el término “locución militante”. ¿Vos crees que existe esta nueva alternativa? Algunas personas lo llaman “locución militante”. Este rubro no existe, sino que existimos los locutores que hacemos locución. En algunos casos podemos hacer arengas, que si se hace en un escenario político se puede relacionar con la “locución militante”. Lo que sí existe es la locución oficial en una institución del gobierno, pero somos los que le damos el color y el matiz según la circunstancia. Pero esto de “locución militante” se desprende de algo que han visto y escuchado de una manera determinada y que lo han relacionado con una situación determinada. Puede existir también una falsa interpretación de cómo tengo que hacer locución, y de repente exceder algún limite, o tomarme cierta atribución que resulta ser excepcional , y de esta manera desconcertante.
Este trabajo te hace llegar al oído y entrar al hogar de cada argentino, y ser en cierta manera “la voz” de la bandera nacional. ¿Cómo vivís esta experiencia? Ser “la voz de la bandera” es muy fuerte y me supera en todo sentido. Si lo pienso así, y seguidamente tuviera que hacer una cadena nacional, creo que muero ahogado en el intento. A mí me puede el sentimiento. Me comprometo con cuerpo y alma con cada idea o frase que digo, con cada palabra. Y pensar que alguna vez podía hacer una cadena nacional, era una emoción y una expectativa que me desbordaba. Es el momento de mayor orgullo y en que más honrado me siento con la patria y sus representantes. Porque también entraba en la casa de mi propia familia, y sin pedir permiso, ya sea para anteceder a una instancia patriótica o para un anuncio de un primer mandatario que se supone que es para concientizar a cada uno de tus semejantes de algo trascendental o histórico. El día que me paré frente al micrófono en una cadena nacional, el corazón se me salía del pecho, se me teñía de celeste y blanco, y me sentía un privilegiado. Y hoy en día me siento con la misma emoción y orgullo. Tengo un sentimiento muy profundo de agradecimiento, no solamente a que haya confiado en mí aquella gestión y la actual, sino que sigan confiando en mí. Yo venía de otra gestión, y fue inesperado que me hayan buscado a mí nuevamente, creyendo que era parte del pasado. Para la asunción presidencial de Mauricio Macri llegué al Congreso con las hojas en blanco, armé todo in situ en el lugar. Tuvo que ver con lo que me pasó en la primera oportunidad, cuando de un rato para otro tuve que “salir al toro”. Soy un enamorado de lo que hago, me apasiona la vida y los desafíos. Lo que más fuerte me pega es el sentimiento de agradecimiento, a todos los que creyeron en mí y los que forman parte hoy de lo que hago.
Finalmente Miguel, y en una palabra, ¿cómo podrías definir o representar a la locución? Pasión, entrega, emoción… Y agradecimiento.
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